El descenso se asoma a la puerta del Decano tras perder en Marbella (3-1)

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Fuente: Recreativo de Huelva

La jornada no había comenzado de manera positiva para el Recreativo de Huelva tras las victorias de todos los rivales directos (menos el Fuenlabrada que caía dando el ascenso al Ceuta 45 años después) pero terminó siendo el peor escenario posible con una derrota en Marbella que se convierte en el descenso virtual de un equipo que poco o nada tiene que hacer para evitar lo inevitable.

Y todo a pesar del gol inicial de Caye Quintana que abría el cajón de la esperanza ante un Marbella que caía al pozo del descenso con el tanto inicial pero que pronto le dio la vuelta con dos goles en la primera mitad. La rigurosa expulsión por doble amarilla de Dani Romero ayudaron a tal hecho. Pero no vamos aquí a resumir un descenso casi matemático por una rigurosa decisión de un colegiado en particular. Porque el Recrativo de Huelva ha hecho muchas cosas mal y una de ellas es, por ejemplo, no haber fichado lo que se debía en invierno, haberse metido en un proceso de compra-venta en medio de una temporada crucial o haber confiado todo a un escudo que no juega, aunque luzca bien.

Ni un milagro hará salvar al equipo

Los milagros existen, dirán muchos, pero no es el caso del Decano que va a descender a Segunda RFEF, otra vez, después de haber caído derrotado ante otro rival directo y siendo incapaz de ganar un partido desde hace casi mes y medio. Ni Galbarro, ni Vélez tienen la culpa, tampoco la nueva propiedad, ni quizás tampoco los que estuvieron y vendieron que era una plantilla de ascenso, pero entre todos le mataron. Porque el Recreativo está muerto deportivamente y, al menos, albergamos la esperanza de que no lo esté institucionalmente con la nueva propiedad y un proyecto que tendrá que arrancar desde lo más profundo.

No está contenta la afición, ni el club ni tampoco un equipo perdido que deambula por la categoría desde hace meses, por no decir toda la termporada. Duele ver lo que había y ya no está y también lo que hay, con un Presidente que no estuvo en el estadio marbellí y prefirió otros escenarios más festivos para la ocasión. Ser o no ser, creer o no creer, es la cuestión de un club que cae a lo más profundo de su ser.

El 3-1 final y cualquier crónica no cobra sentido en un día trágico para los albiazules que tienen que ir pensando ya en un proyecto de ascenso pero no a una categoría profesional, sino para salir de un pozo del que pocos suelen salir fácilmente, aunque el Decano lo haya hecho recientemente. Por suerte, siempre quedará una afición y una ciudad que tiembla con lo que se avecina que no es más que una incógnita por despejar en una ecuación demasiado complicada de despejar.